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                        El paraíso existe

 

En la primavera de 2005 ya habíamos ahorrado lo suficiente para comprar el gresite (optamos por un color verde "oscuro" un poco distinto del típico azul de muchas piscinas) y decidimos vaciar la piscina para comenzar el colocado. JM me había explicado bien cómo se debe aplicar el cemento cola para evitar las colinas de gresite como las del "melenitas". Para agilizar el proceso, llamé a un conocido y vino con otros dos albañiles. Las "discusiones" para que lo hicieran como les decía fueron eternas. Les indicaba que el cemento cola sólo llegara hasta la mitad del grosor del gresite, decían, "sí, sí, no preocuparte", pero cuando miraba las juntas muchas estaban vacías y otras demasiado llenas. Les señalaba las que estaban mal, sonreían y decían, "no pasar nada, nosotros pasar destornillador" y pasaban el destornillador para quitar el sobrante. Otro motivo de preocupación era el método que empleaban para cortar los tramos irregulares de gresite: apoyaban el gresite sobre el suelo (recordemos que es el cemento impermeabilizante) y, cutter en mano, lo cortaban casi con saña. Iba corriendo y les decía que lo cortasen sobre un trozo de madera, pero se reían y me decían, para no variar, a modo de cantinela: "no pasar nada, no pasar nada" y, acto seguido, pasaban el cutter DIRECTAMENTE por el suelo de cemento. Si no sufrí un infarto allí mismo es porque, tras las desventuras anteriores, había aprendido a tomarme las cosas con MUCHA calma.

Decidí poner el cemento de rejuntar (lechada) yo mismo para evitar este tipo de situaciones, pero al tratarse de un producto de dos componentes al látex, se secaba muy rápido y era imposible poner paños de más de medio metro sin que se secara. Tras haber puesto unos 10m2 de junta y ver que tardaría una eternidad, volví a llamar a los albañiles para zanjar el asunto lo antes posible, pero les puse una condición muy clara: esta vez lo harían siguiendo mis instrucciones al pie de la letra. "Por supuesto", dijeron sonriendo. Cuando un albañil sonríe y dice "por supuesto" hay que prepararse para lo peor.

El primer día estaba nublado y colocaron la junta de las paredes bastante bien, pero al día siguiente salió el sol y vieron que el material se les secaba enseguida. Ni cortos ni perezosos, en lugar de utilizar la esponja que les había proporcionado, comenzaron a restregar con todas sus fuerzas con ESPARTO Y AGUA por todas partes; fui corriendo y les dije que no echaran agua en el suelo, que estropearían el producto, y que no usaran el esparto. "Vale, vale, esponja sin chorrear agua", dijeron. A los 10 minutos volví a la piscina y allí estaban otra vez con el ESPARTO y el AGUA y sus malditas sonrisas de oreja a oreja. Les reprendí de nuevo y siguieron limpiando con la esponja humedecida.

Esa misma tarde, cuando se fueron, tuvimos que repasar muchísimas juntas que habían vaciado a fuerza de restregar con el esparto con agua. Al día siguiente, nos pasamos ochos largas horas limpiando con agua y salfumán los restos del rejunteado que no habían quitado bien y repasando algunas juntas en las que se habían quedado restos de esparto adheridos... ¡y eso pagándoles!

Sin embargo, todo eso carecía de importancia frente a la gran prueba final: el llenado definitivo (empleamos cemento de juntas y cemento cola de calidad con la idea de NO vaciar la piscina el mayor número de años posible). Tras las 96 incabables horas de siempre, comprobamos que la piscina no perdía. Todas las tribulaciones tenían ahora su justa recompensa. Al cabo de casi tres años, habíamos logrado lo que en un principio nos había parecido del todo imposible.

Una panorámica de la piscina mientras limpiábamos los restos del rejuntado con agua y salfumán.

Otros ángulos. Lista para llenar y medio llena.

Collage de cuatro fotografías "cosidas" entre sí, de ahí que se vea algo distorsionado en algunos lugares.

Visión nocturna algo desenfocada:

Otra toma nocturna:

La última: hechizante postal romántica con la luna asomando entre los pinos:

Otro aspecto importante de la reconstrucción de la piscina, ha sido la remodelación de la sala de máquinas. En nuestro caso, al tratarse de una sala de dimensiones más bien reducidas, hubo que hacer bastante "magia" para que cupiera todo. Recordemos cuál era la antigualla original:

Y comparémosla con algo más moderno:

El filtro grande es el de sílex y el pequeño el de diatomeas. El "panel de control" también se ha modernizado y se han colocado los transformadores de los focos (aunque no aparecen en la fotografía). Asimismo, se ha dejado todo dispuesto para la futura instalación de un aparato de Aquascenic. El toque más alegre lo da la pintura kitsch al epoxi. Como comentaba JM, sólo falta una lamparita de esas años 70 en el rincón.
 
Finalmente, quisiera añadir que el tratamiento del agua es a base de MPS (monopersulfato potásico), un producto mil veces más benigno que el cloro y que, usado con sensatez, cuesta aproxidamente lo mismo, al tiempo que las ventajas son innumerables: no desprende olores, no contiene ácido cianúrico (como el cloro convencional), no irrita piel y ojos, permite bañarse prácticamente después de echarlo en la piscina, no reseca el pelo, pájaros y perros se acercan para beber del agua, sirve para regar las plantas caso de necesidad, etc., etc. En fin, una maravilla comparado con cloro.

Aquí se acaba nuestra aventura. Quedan cosas por hacer: instalar un sistema Aquascenic, comprar un cobertor para el invierno, poner tumbonas y mesas de madera o tela, usar energía solar para calentar el agua los meses más fríos, etc.; supongo que para el año 2010 ya estará acabada del TODO. Sin embargo, lo verdaderamente esencial, que no pierda agua, ya lo hemos conseguido. Todo lo demás son, como aquel que dice, minucias.

Evidentemente, huelga decirlo, pero todo esto habría sido imposible sin la ayuda y orientación de JM que, a día de hoy, debe de tener ya más de 500.000 mensajes míos en su ordenador. Darle las gracias a estas alturas es innecesario (por redundante), pero sé que le hace ilusión que algunos piscineros incipientes poco a poco, sin prisa pero sin pausa, logremos pequeñas victorias en la gran batalla que supone remodelar una piscina "heredada" así que, en cierto modo, este "reportaje" gráfico es también un homenaje a su incansable trabajo y defensa acérrima del correcto tratamiento del agua.

Estas son unas curiosidades estadísticas de esta piscina:

Total runas (derribos) extraídas: 12 toneladas
Inversión total período junio 2003-junio 2005
(contando materiales -hasta el último saco de cemento- y ayuda externa): 15.576 euros, de los cuales 2.575 corresponden al primer gresite, el colocado del mismo y posterior repicado. Es decir, el gasto REAL de las obras necesarias para la impermeabilización y retoques finales sería de unos
13.000 euros. 

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